10 de abril "Día del Investigador Científico"

El Investigador Científico en nuestros tiempos, una paradoja

Por el Dr. Pablo Collins, en representación del Consejo Directivo del CONICET Santa Fe.


Foto: CONICET Santa Fe

Este es un día especial que conmemora al investigador científico, lo que permite recordar una actividad que la sociedad no siempre logra reconocer como un trabajo. Hoy recordamos y saludamos a todos aquellos que se hacen preguntas y buscan respuestas, que enseñan sus descubrimientos, que tienen oídos para escuchar lo que se les dice, que buscan aplicar sus conocimientos para que la sociedad cuente con mayores garantías de salud, ambientales, tecnológicas, de confort y, cerrando el círculo, sociales. En resumen, a aquellos que tratan de lograr, con su trabajo y la consecuente generación de conocimientos, una vida más sostenible para la sociedad de la que surgen y que los sostiene.

Especialmente, hoy recordamos al Dr. Bernardo Houssay, y en él reconocemos al investigador argentino. Pero los investigadores en la historia de nuestro país que han sido reconocidos por sus contribuciones son muchos y de acción diversa, abarcando extranjeros que vinieron a trabajar a nuestra patria, argentinos que se formaron en nuestras tierras o en el exterior, y también argentinos que han buscado oportunidades en otras tierras. Todos ellos han sido generosos y nos han legado sus pensamientos, descubrimientos, experiencias, y hoy tenemos que reflexionar sobre eso por las generaciones futuras de investigadores.

Todo investigador, además de estudiar ha aspirado, porque es su vocación, a hacer y hacerse preguntas, a buscar respuestas, a comprender la naturaleza de la vida en todos sus conceptos. Así comienza su derrotero, pero el tiempo lo va cambiando, transformándolo en algo no imaginado. Se le pide que enseñe, que forme recursos humanos, lo que está muy bien. Luego distingue que sus preguntas deben estar enmarcadas en un proyecto financiado, que algunas requieren más dinero, dadas sus especificidades. Y entonces las instituciones que brindan ese financiamiento piden, lógicamente, que se les reporte lo hecho y entonces suceden informes, y a esto se les suman memorias, y otras instituciones nacionales e internacionales requieren cooperación en evaluaciones … Y así se define un camino a veces difícil y enmarañado en gestionar financiamientos, equipamientos, recursos humanos, en convencer a pares y autoridades, y… En resumen, el tiempo se esfuma y dispersa en peticiones, solicitudes, informes, y las aspiraciones a formular preguntas y buscar respuestas pueden perder motivación. Esta vorágine que atesora la cultura de la urgencia atenta contra la esencia vocacional del investigador.

Y nuestro país agrega un momento de suma preocupación para todo el ámbito científico-tecnológico, porque las restricciones presupuestarias imperantes, ya reflejadas en la gran disminución del número de jóvenes incorporados a la actividad, y comenzando a hacerlo de modo notorio en los fondos para funcionamiento, equipamiento y estructura, resienten severamente la actividad actual y lesionan gravemente el futuro.
Estas líneas no tienen el ánimo de ser una expresión negativa, pero mucho menos de sumisión a la situación actual. Por el contrario, pretenden poner sobre la mesa la definición de un investigador y la preocupante realidad que lo amenaza, no sólo a él sino a la sociedad toda que lo contiene y lo requiere.

Igualmente, se saluda a quienes transitan su iniciación en la actividad, y se les dice que no olviden el por qué eligieron esta profesión, que es de servicio. A quienes tienen más años, se los saluda y se les recuerda cuál ha sido su comienzo y el desafío de repensar y buscar los momentos, la curiosidad, la capacidad de hacer preguntas, las ganas, seguramente presentes al inicio. Este es un desafío propio de esta nueva era, esta nueva etapa de la humanidad en la cual el tiempo es un tesoro que todos nos quieren robar.

Feliz día del Investigador.

Dr. Pablo Collins, en representación del Consejo Directivo del CONICET Santa Fe.