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Cavernícolas del río Paraná …

Estudios del Instituto Nacional de Limnología, han permitido descubrir la especie responsable de estas construcciones: Zilchiopsis collastinensis.


Barranca del río Colastiné con cuevas. Cuando se encuentran, aparecen de forma agrupada. Foto: gentileza de los autores.

 

Disfrutando del río podemos contemplar el paisaje de sus barrancas. Algunas, con muchos orificios circulares que continúan hacia el interior... ¿qué misterio encierran estas cuevas? ¿Quiénes las construyen? ¿Hay cavernícolas entre nosotros?

Estudios del Instituto Nacional de Limnología (INALI) de Santa Fe, han permitido descubrir la especie responsable de estas construcciones: Zilchiopsis collastinensis… Sí, unos cangrejos habituales en nuestras lagunas y ríos que miden, los más grandes, 6 cm de ancho de caparazón (sin contar los apéndices). El primer indicio de esta actividad de construcción fue encontrarlos dentro de muchas cuevas y registrar sus huellas en las entradas. Al avanzar en la investigación, filmaciones de laboratorio mostraron evidencias de que, además de habitarlas, las construyen, y que si bien excavan machos y hembras, éstas invierten más tiempo y hacen cuevas de estructuras más complejas, posiblemente porque allí cuidan y refugian a sus crías.

¿Cómo hacen para construir cuevas tan prolijas? Primero reconocen el lugar donde construirán y luego usan sus apéndices para excavar y profundizar la cueva, mientras retiran el sedimento que sobra hacia el exterior. Y para que la construcción no se derrumbe, comprimen con fuerza las paredes de la cueva, dándoles un aspecto liso y tubular. De más está decir que son trabajadores infatigables, sobre todo las hembras, que pasan horas construyendo y manteniendo las cuevas.

Hace muchos años, los antepasados de estos cangrejos ingresaron desde el mar a través de los ríos para adecuarse a ambientes dulciacuícolas. A pesar de esta adaptación, conservaron la capacidad de construir sus cuevas como si fuera un recuerdo de su herencia genética. Por esto, al nacer,  con pocos milímetros de diámetro, ya empiezan con la laboriosa tarea de construcción, capacidad que se pudo estudiar en el laboratorio. Estas construcciones sirven tanto a ejemplares jóvenes como a adultos para refugiarse de depredadores tales como zorros, peces, lobos de río, aves acuáticas, y también  para guarecerse de condiciones desfavorables (velocidad de la corriente, variación de la altura del río, temperatura e insolación).

Pero los cangrejos no son los únicos que habitan sus cuevas. Otros también aprovechan estas estructuras del paisaje ribereño para vivir, encontrándose también otras especies de cangrejos, larvas de insectos, lombrices acuáticas, hormigas, escarabajos y moluscos. E inclusive se han observado peces, mamíferos y hasta serpientes, por lo que no hay que aventurarse a explorarlas.

Estas cuevas son claves como refugio de especies  esenciales en el ecosistema del río Paraná, por lo que su existencia contribuye a mantener la biodiversidad. A partir de ahora, la próxima vez que disfrutemos del paisaje costero y estemos cerca de una barranca y la miremos detenidamente, ya no será un misterio...

Estos estudios se financiaron con fondos del CONICET, de la UNL y aportes de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

Autores: Verónica Williner y Florencia Zilli (Investigadoras del INALI-CONICET-UNL); y Emanuel Sager (alumno de la Licenciatura en Biodiversidad FHUC-UNL y Becario del CIN).