Logro del CONICET-UNL en biotecnología

Primer transgénico desarrollado en Argentina

El anuncio se realizó en Tecnópolis (Bs. As.) el lunes 5 de octubre, encabezado por la Presidenta de la Nación.


Cristina Fernandez de Kirchner Junto con investigadores de Conicet Presentación Gen Sequia Foto Ministerio De Ciencia y Tecnologia

 

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria aprobó la comercialización de la tecnología HB4: semilla de soja que contiene el gen para enfrentar el estrés hídrico y alcanzar un mayor rendimiento. Es un desarrollo de la Dra. Raquel Chan, Directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET-UNL), y su grupo científico, con sede en la ciudad de Santa Fe.

El anuncio se realizó en Tecnópolis (Bs. As.) el lunes 5 de octubre, encabezado por la Presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, a quien acompañarán el Dr. Lino Barañao -Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación-, el Dr. Roberto Salvarezza -Presidente del CONICET-, funcionarios y empresarios involucrados en el desarrollo, entre otras altas autoridades.

Particularidades

Un cultivo transgénico atraviesa controles antes de ser sembrado o comercializado, los que se llevan a cabo en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación a través de la Dirección de Biotecnología y la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), de la Dirección de Calidad Agroalimentaria del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) y su Comité Técnico Asesor sobre uso de Organismos Genéticamente Modificados, y el Ministerio de Economía de la Nación. El cultivo se aprobó, tras la realización de experimentos y mediciones de flora y fauna para medir impacto ambiental, y asegurarse de que el cultivo que se va a sembrar no tenga impacto negativo en el medio ambiente. En tanto, el Senasa evaluó la salud agroalimentaria y demostró que el organismo no es tóxico. Esto se comprueba en ensayos en laboratorios autorizados, con ratas a las que solo se alimenta con soja; el organismo realiza los ensayos y los controles a fin de demostrar que el organismo transgénico mantiene el mismo valor nutricional y que no es tóxico.

En años

El proceso comenzó con ensayos a campo para luego pasar a la etapa laboratorio en 1992/3, cuando la Dra. Chan regresó de su especialización en Francia. En 2002/3, el gen se introdujo en Arabidopsis thaliana, que es la planta utilizada como modelo de análisis. En 2003, se presentó la primera patente de tolerancia a sequía, y en 2012, la modificación del gen. Cabe señalar que la Patente, aparte de dar tolerancia a sequía, permite el incremento de la productividad del cultivo y fue licenciada por 20 años a una empresa nacional con sede en Rosario -Bioceres S.A.-, la cual para concretar el desarrollo y llegar con la semilla al mercado nacional mundial trabaja en colaboración con las estadounidenses Arcadia Biosciences y Dow Agrosciences.

Miles de genes

En una planta existen entre 30.000 y 40.000 genes, y lo que hacen los científicos del IAL es incluir un gen de una planta en otra para mejorar la adaptación de la planta a condiciones medioambientales desfavorables tales como sequías, temperaturas bajas o anegamientos.

La trascendencia de esta novedad

En el mundo no hay tecnología liberada comercial de semillas con tolerancia a la sequía, por eso este caso argentino, y en particular santafesino, es el primero que podrá comercializarse. ¿Y cuál es su “plus”? Debido a que la sequía es impredecible y, en caso de haberla, las plantas rinden menos y no alcanzan su pleno desarrollo. “Cuando una planta normal -no modificada- atraviesa un período de sequía y no recibe agua, puede crecer rapidísimo para dejar descendencia (semillas), o bien, detener su crecimiento. Con nuestro aporte, la planta detiene su crecimiento si no recibe agua, pero apenas llueve remonta y sigue creciendo normalmente llegando al final con un aumento de productividad. Y como si lo anterior fuera poco, es un producto económicamente viable”, añade la Dra. Chan, investigadora superior del Conicet y docente de la UNL.

Finalmente

“Que los alimentos en el mundo sobran y que es un problema de distribución es una verdad parcial.  Lo cierto es que de aquí a 20 años no va a haber alimentos para todo el mundo. La población viene creciendo y nosotros no damos abasto ni siquiera con este aporte. Solo contribuimos a mantener la curva productiva, y por eso ya pensamos en trabajar en otros cultivos”, concluye la científica.

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